La práctica regular de algún deporte, tanto aficionado como profesional, implica un esfuerzo muscular que eleva las necesidades calóricas y demanda un aporte suplementario de sustancias nutritivas.
El complemento alimentario está naturalmente condicionado por el tipo de deporte practicado y por el tiempo que se le dedique. La selección de una adecuada alimentación, en cantidad y calidad, es algo fundamental para el rendimiento, la salud y el bienestar del individuo.
El régimen alimenticio de los atletas se divide en tres fases: La primera y la segunda son las mismas para todos los deportes, la última varía según la intensidad y la duración del esfuerzo realizado.
Ración de entrenamiento: Durante este período el suplemento dietético debe estar en relación con el tipo de deporte y el grado de dedicación y se dirigirá a nutrir y dotar al organismo de una reserva energética. Ración de competición: En los días de entrenamiento o competición se impone una comida completa por lo menos cuatro horas antes de la actividad, intervalo rigurosamente indispensable a fin de que lo esencial de la digestión haya terminado, aunque el organismo no hubiese utilizado todos los nutrientes.
Ración pre competición: Consiste en beber regularmente cada media hora, hasta el momento de la prueba, medio vaso de una mescla de jugo de frutas, té ligero o agua con miel (en partes iguales). Esta ración termina 45 minutos antes de toda actividad rigurosa.
Ración de recuperación: Tiene como objetivo una compensación rápida del déficit hídrico y se impone ya que si éste se instaura de un modo duradero a la larga se traducirá en problemas tendinosos y renales. También permite drenar una parte de los desperdicios formados durante el esfuerzo y, si se eligen bien los fluidos ingeridos, combatir la acidosis subsiguiente al entrenamiento. La acidificación del organismo y la descarga de adrenalina que acompañan a los esfuerzos intensos bloquean el apetito.
Las bebidas con gas y bicarbonatadas realizan un aporte alcalino inmediato, lo cual neutraliza una parte del ácido acumulado en los tejidos. También es importante ingerir un poco de sodio y de glucosa en las bebidas para acelerar la entrada de agua en las células. Esta glucosa servirá además para restaurar las reservas de glucógeno muscular mientras que la fructuosa se destina a las del hígado.
El tubo digestivo, imperfectamente irrigado durante el entrenamiento y en el inicio de la fase de recuperación no puede recibir y tratar correctamente una mezcla de alimentos demasiado compleja ni excesivamente copiosa.
El complemento alimentario está naturalmente condicionado por el tipo de deporte practicado y por el tiempo que se le dedique. La selección de una adecuada alimentación, en cantidad y calidad, es algo fundamental para el rendimiento, la salud y el bienestar del individuo.
El régimen alimenticio de los atletas se divide en tres fases: La primera y la segunda son las mismas para todos los deportes, la última varía según la intensidad y la duración del esfuerzo realizado.
Ración de entrenamiento: Durante este período el suplemento dietético debe estar en relación con el tipo de deporte y el grado de dedicación y se dirigirá a nutrir y dotar al organismo de una reserva energética. Ración de competición: En los días de entrenamiento o competición se impone una comida completa por lo menos cuatro horas antes de la actividad, intervalo rigurosamente indispensable a fin de que lo esencial de la digestión haya terminado, aunque el organismo no hubiese utilizado todos los nutrientes.
Ración pre competición: Consiste en beber regularmente cada media hora, hasta el momento de la prueba, medio vaso de una mescla de jugo de frutas, té ligero o agua con miel (en partes iguales). Esta ración termina 45 minutos antes de toda actividad rigurosa.
Ración de recuperación: Tiene como objetivo una compensación rápida del déficit hídrico y se impone ya que si éste se instaura de un modo duradero a la larga se traducirá en problemas tendinosos y renales. También permite drenar una parte de los desperdicios formados durante el esfuerzo y, si se eligen bien los fluidos ingeridos, combatir la acidosis subsiguiente al entrenamiento. La acidificación del organismo y la descarga de adrenalina que acompañan a los esfuerzos intensos bloquean el apetito.
Las bebidas con gas y bicarbonatadas realizan un aporte alcalino inmediato, lo cual neutraliza una parte del ácido acumulado en los tejidos. También es importante ingerir un poco de sodio y de glucosa en las bebidas para acelerar la entrada de agua en las células. Esta glucosa servirá además para restaurar las reservas de glucógeno muscular mientras que la fructuosa se destina a las del hígado.
El tubo digestivo, imperfectamente irrigado durante el entrenamiento y en el inicio de la fase de recuperación no puede recibir y tratar correctamente una mezcla de alimentos demasiado compleja ni excesivamente copiosa.
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