miércoles, 8 de julio de 2009

La digestión del atleta



Una de las características humanas es la del mantenimiento de la homeostasis, es decir, el equilibrio de las funciones orgánicas, y para ello posee una limitada cantidad de líquido circulante, que por procesos de vasodilatación o vasoconstricción es derivado a los tejidos más activos desde los que se encuentran con una actividad más reducida.

Por ello, durante el entrenamiento físico se produce derivación sanguínea hacia los músculos que trabajan y hay vasoconstricción compensadora en los sistemas digestivos y urinarios.

Está vasodilatación activa es estimulada por causas químicas, nerviosas y hormonales.


A causa de ello, en la actividad física de cierta intensidad la derivación sanguínea hace que el sistema digestivo quede con menos cantidad de sangre, y por lo tanto de oxígeno, como para poder cumplir sus funciones normalmente.

Por dicha causa no es aconsejable una comida poco tiempo antes de una actividad intensa y prolongada. Pero si la actividad es moderada, como una caminata, se cumple perfectamente las dos funciones en forma simultánea.

Los individuos que después de una comida copiosa hacen actividad física intensa experimentan trastornos digestivos tales como náuseas, vómitos, interrupción de la digestión, dolores abdominales, pesadez estomacal; musculares como calambres y rigideces.

Si a ello se le agrega que el organismo debe regular su temperatura, como en el caso de la natación, las cosas pueden complicarse aún más.

Véase
Cortes de digestión


Por todo esto es aconsejable que la última comida copiosas antes del entrenamiento preceda a esta en 4 a 5 horas, sin contiene proteínas (carnes), y entre 3 a 4 horas si solo contiene hidratos de carbono (pastas, harinas).



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