La cantidad normal de glucosa en sangre es la consecuencia del equilibrio entre la proporción de glucosa que ingresa en ella y la que sale para ser utilizada en los tejidos.
Durante el ejercicio, la demanda de combustible aumenta y el cuerpo responde en consecuencia: La glucosa almacenada en el músculo se quema muy rápidamente. Casi al mismo tiempo, la glucosa almacenada en el hígado se libera en el torrente sanguíneo, como una rápida inyección de combustible. La grasa se libera especialmente de células llamadas adipocitos. Esta grasa, junto con la glucosa llega a los músculos a través del torrente sanguíneo para utilizarse como combustible. Una vez que el combustible llega al músculo, debe entrar a través de vías especiales para que estos puedan utilizarlo como fuente de energía.
Durante el ejercicio moderado el equilibrio se mantiene, no se producen grandes modificaciones y la glucosa que se gasta es repuesta por el glucógeno hepático o por la ingesta a través de la absorción intestinal.
En los ejercicios intensos y prolongados, al producirse hipoglucemia por el consumo aumentado de los tejidos, las hormonas suprarrenales, la adrenalina y los glucocorticoides estimulan la liberación de glucosa proveniente del glucógeno que el hígado mantiene en reserva; esto hace elevar la glucemia.
Si el ejercicio, además de ser agotador, dura mucho tiempo, el glucógeno hepático puede disminuir en forma pronunciada, con la consiguiente disminución de la glucemia. Cuando esta desciende por debajo de las cifras normales puede aparecer agotamiento, con los síntomas propios de la hipoglucemia aguda: Visión borrosa, Incoordinación neuromuscular, Mareos, incluso se puede producir lipotimia con perdida del conocimiento.
Todo esto se subsana con la rápida reposición de glucosa.
La glucosa se repone perfectamente con los cereales integrales preferentemente en grano (arroz integral, avena, cebada, centeno, trigo, trigo burgol, trigo sarraceno, mijo, maíz, etc.). Su rápida absorción, en dosis apropiada (una cucharada sopera: 10 o 12 gramos; una excesiva dosis tendría el efecto opuesto) permite cortar en cinco a diez minutos el deseo de dulces, harinas, chocolate, café, etc., síntoma incrementado por la adrenalina, dopamina y otras hormonas que suben drásticamente cuando hay hipoglucemia en los ejercicios intensos y prolongados.
También en minutos desaparecen los mareos, náuseas o tendencia al desmayo.
Durante el ejercicio, la demanda de combustible aumenta y el cuerpo responde en consecuencia: La glucosa almacenada en el músculo se quema muy rápidamente. Casi al mismo tiempo, la glucosa almacenada en el hígado se libera en el torrente sanguíneo, como una rápida inyección de combustible. La grasa se libera especialmente de células llamadas adipocitos. Esta grasa, junto con la glucosa llega a los músculos a través del torrente sanguíneo para utilizarse como combustible. Una vez que el combustible llega al músculo, debe entrar a través de vías especiales para que estos puedan utilizarlo como fuente de energía.
Durante el ejercicio moderado el equilibrio se mantiene, no se producen grandes modificaciones y la glucosa que se gasta es repuesta por el glucógeno hepático o por la ingesta a través de la absorción intestinal.
En los ejercicios intensos y prolongados, al producirse hipoglucemia por el consumo aumentado de los tejidos, las hormonas suprarrenales, la adrenalina y los glucocorticoides estimulan la liberación de glucosa proveniente del glucógeno que el hígado mantiene en reserva; esto hace elevar la glucemia.
Si el ejercicio, además de ser agotador, dura mucho tiempo, el glucógeno hepático puede disminuir en forma pronunciada, con la consiguiente disminución de la glucemia. Cuando esta desciende por debajo de las cifras normales puede aparecer agotamiento, con los síntomas propios de la hipoglucemia aguda: Visión borrosa, Incoordinación neuromuscular, Mareos, incluso se puede producir lipotimia con perdida del conocimiento.
Todo esto se subsana con la rápida reposición de glucosa.
La glucosa se repone perfectamente con los cereales integrales preferentemente en grano (arroz integral, avena, cebada, centeno, trigo, trigo burgol, trigo sarraceno, mijo, maíz, etc.). Su rápida absorción, en dosis apropiada (una cucharada sopera: 10 o 12 gramos; una excesiva dosis tendría el efecto opuesto) permite cortar en cinco a diez minutos el deseo de dulces, harinas, chocolate, café, etc., síntoma incrementado por la adrenalina, dopamina y otras hormonas que suben drásticamente cuando hay hipoglucemia en los ejercicios intensos y prolongados.
También en minutos desaparecen los mareos, náuseas o tendencia al desmayo.
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