martes, 30 de junio de 2009

Aptitud física en la niñez




















Hay diferentes respuestas al ejercicio entre niños, adolescentes y adultos. Esta calidad de respuesta esta supeditada, en ocasiones, al entrenamiento, y en otros casos al crecimiento y desarrollo normales. En los niños y adolescentes muchos de los cambios que determinan los procesos de maduración ocultan las modificaciones del entrenamiento. Ejemplo de esto son algunos de los siguientes parámetros: menor frecuencia cardíaca, mayor volumen de eyección sistólica, tasa máxima de lactato sanguíneo, economía del movimiento.

Asimismo, las capacidades fisiológicas son proporcionales a las dimensiones corporales, a las modificaciones hormonales y a los cambios puberales.

Estas capacidades son, en definitiva, las que determinan la aptitud física de un niño e incluso las que limitan su rendimiento.

Respeto a estos parámetros sobre los cuales se han realizado el mayor número de investigaciones, se encuentran el consumo de oxígeno y la capacidad de entrenamiento en condiciones aeróbicas en los niños.

A medida que los niños crecen, aumenta el consumo de oxígeno en forma paralela hasta los 12 años, quizás con una mejor adaptación en varones alrededor de los 5 años.

La máxima potencia aeróbica está relacionada directamente con la edad, de manera que cuanto menor sea ésta, mejor será la adaptación al entrenamiento, y el sexo por intermedio de los pesos magros y a la masa muscular como responsable de la actividad.

Con referencia a la capacidad de los niños para trabajar o entrenar en actividades de tipo anaeróbico, es significativamente más baja que en los adolescentes y adultos. Mientras que la potencia aeróbica máxima no cambia con la edad, la performance anaeróbica aumenta progresivamente con el crecimiento.

Un indicador suplementario de la capacidad anaeróbica es el grado de acidosis en la que el músculo es capaz todavía de contraerse. Los niños no pueden alcanzar niveles de acidosis tan elevados como los adolescentes y adultos.

Por último, con respecto a los sustratos energéticos periféricos, el contenido de éstos en los niños se corresponde con el de los adultos y no representan un factor limitante en el metabolismo energético, al igual que la reducción de las reservas de fosfágenos durante ejercicios de intensidad creciente y la adaptación local al entrenamiento.

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