martes, 23 de junio de 2009

Entrenamiento de la resistencia de los niños

LA RESISTENCIA AERÓBICA

Desarrollar la resistencia tiene como objetivo no solo soportar una carga durante un tiempo determinado, sino también poder recuperarse rápidamente.

El impulso puberal es el mejor período para trabajar la resistencia aeróbica, pero mucho antes los niños muestran mejores posibilidades metabólicas aeróbicas.

El sistema cardiovascular reacciona de igual forma que el del adulto frente a cargas de resistencia, excepto al comienzo de la pubertad, cuando existe un desequilibrio entre el crecimiento somático y la correspondencia de la masa cardíaca.

El consumo de oxígeno aumenta de la misma manera hasta los 12 años, aproximadamente, en niños y niñas; luego en las niñas aumenta muy poco después de los 14 años y en los jóvenes sigue aumentando hasta los 18 años.

La máxima potencia aeróbica está ligada a los pesos magros, a la madurez del individuo, a sus dimensiones corporales, a la masa responsable de la actividad, y en las adolescentes, a la concentración de tejido graso y a la concentración relativa de la masa magra.

El trabajo aeróbico es el más indicado en los niños, sin embargo es importante buscar la forma de correlacionar lo que fisiológicamente pueden hacer o están adaptados a realizar y aquello que didáctica y psicológicamente están dispuestos a ejecutar.

LA RESISTENCIA ANAERÓBICA

La capacidad anaeróbica láctica en los niños es menor en relación con la del adulto, y va ganando posibilidades de desarrollo a partir de la pubertad y la adolescencia. El grado de acidosis en que el musculo puede todavía contraerse es mucho menor en los niños. Esto significa que no pueden alcanzar niveles tan elevados de ácido láctico como los adolescentes y los adultos.

Parecería que el organismo infantil tuviese un sistema de alarma y seguridad que se pone en funcionamiento cuando se intenta superar sus posibilidades. Este mecanismo consiste en lo siguiente: cuando aumenta la concentración de ácido láctico a nivel muscular, actúa como un modulador negativo sobre las enzimas de las glucólisis anaeróbicas, a las que inhibe, e interrumpe de esta manera el generador de energía.

Esto es fácilmente observable en niños entre los 4 y los 9 años; cuando los límites de sus posibilidades de esfuerzos son sobrepasados, en forma inmediata buscan una excusa que les permita recuperarse y luego poder continuar con la actividad. Los niños se recuperan rápidamente a pesar de tener una eliminación de lactato retardada en comparación con la del adulto.

Como objetivo de la educación física y para brindar una mejor calidad de vida debemos orientar las actividades deportivas de los niños a desarrollar la capacidad aeróbica, que será la responsable de darle al niño las bases de un entrenamiento higiénico y preventivo. La resistencia anaeróbica a láctica, de no ser para un deporte especifico, no es necesario entrenarla pues son muy pocas las diferencias a lo largo de los años, siempre hablando en el desarrollo natural y sin entrenamiento.

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